Colegas, Segunda parte —¿Ya te dormiste? Pregunta Ricardo d..

Colegas, Segunda parte
—¿Ya te dormiste? Pregunta Ricardo desde el otro lado de la puerta
Cómo pude me acomode la verga en el pantalón y me deje la camisa desfajada para ocultar lo que ocurría debajo, fui a la puerta para abrirle.
—No, todavía no. Le dije
Ahí estaba de pie con dos botellas de champaña en la mano y dos copas en la otra.
—Dicen que es de mala suerte brindar antes de la victoria pero creo que nos lo merecemos ¿no?
Me hice a un lado para invitarlo a pasar. Se había quitado la corbata y la camisa dejaba ver los bellos de su pecho. Aunque intentaba disimularlo seguía muy caliente, sentía la verga palpitando restregándose a mi ropa interior. Puso una de las botellas en el frigobar y las copas sobre una mesita para abrir la otra botella, descubrió el corcho con delicadeza retirando la cubierta. Yo lo miraba envenenado imaginando que la botella fuera mi verga siendo tocaba por él, me paso una de la copas y el solo rocé de sus dedos volvía a alborotar mi entrepierna. Me preguntó si estaba listo y antes de que respondiera empujo el corcho que salió disparado por la habitación. La botella derramándose me devolvió a mis fantasías de hacia un rato. Claramente podía verme explotando de placer en su boca, derrabándome justo como la botella.
Acerqué mi copa para llenarla, la mano me temblaba. Luego el lleno la otra. Salud, dijo, no por el caso actual sino por todos los anteriores y por nosotros. Me miro sonriendo cuando dijo el “nosotros”. Salud, le respondí. Acerque mi copa a la suya y luego de un solo trago me terminé la champaña. Inmediatamente me relleno la copa.
El alcohol poco a poco había pasado el nerviosismo de que casi me haya encontrado masturbándome pensando en él. Comenzamos hablando de los asuntos mas importantes en los que habíamos trabajado juntos pero luego empezamos a hablar de nosotros. De como nos entendíamos tan bien para trabajar juntos. Me dijo que nunca había encontrado a alguien con quien se sintiera tan agusto colaborando. Yo le dije de me sentía muy agradecido por todo lo que me había enseñado y como había había pasado de ser su aprendiz a ser su colega.
Nos terminamos la primera botella, abrí la segunda y antes de que se terminara pedimos una más, nos habíamos quitado zapatos, pusimos música y empezamos a cantar a todo pulmón. Abrazados en las canciones adoloridas. Deseoso de sentirlo así de cerca aunque solo fuéramos colegas, amigos. Nos llenamos nuevamente las copas y seguimos cantando. La emoción hizo que derramara el champán en mi camisa. Quítatela, dijo ricardo. Y se dejo caer el liquido sobre la suya. Nos miramos un segundo. Un segundo basto y se abalanzó sobre mí, con su boca alcanzó la mía. Desesperados nos besamos, se nos cortaba la respiración entre cada beso que se alargaba hasta que no podíamos respirar. Me arranco la camisa y le arranque la suya. Botones saltaron por todo el cuarto. Me agarraba a su espalda, a sus nalgas. Sentía su verga dura chocando con la mía. Me besaba la boca, la cara, el cuello y las orejas, bajo a mi pecho y a mi abdomen. Se detuvo un momento y luego me miró directamente a los ojos. Fuego eran los suyos. Acerco su cara a mi miembro y aspiro intensamente para luego mirarme otra vez. Comenzó a acariciarme por encima del pantalón, recorriendo su forma por encima, me beso dejando una mancha de humedad en la tela. Su respiración se mezclaba con gemidos. Yo no aguantaba, necesitaba que la llevara a su boca y se la comiera entera. Se detuvo otra vez y mientras saboreaba en sus labios me abrió el pantalón y lo bajo de un solo movimiento junto con el bóxer y mi verga dura se estrello en su cara, dejo escapar otro gemido, volvió a inspirar profundamente, comenzó a lamerme los huevos y la basa. El que gemía de placer ahora era yo. Recorrió con su lengua cada centímetro hasta llegar a la punta donde comenzó a mamar suavemente solo por un momento inmediatamente después se la metió entera, la sentía en su garganta, no podía creer lo placentero que era, se la saco y ambos gemimos, lo besé rápidamente para que siguiera a lo suyo. Alcanzaba a tocarle el culo, que desde arriba se veía perfectamente redondo, lo acariciaba y nalgueaba por encima del pantalón. Lo jale de los hombros para ponerlo de pie o iba a terminar en su boca y todavía necesitaba probarlo yo a él. Me hinque ahora yo frente a él. Ya tenia el pantalón suelto lo baje hasta sus rodilla y él se lo terminó por sacar.
Tenía su verga frente a mi, nunca lo había hecho antes pero la llevé a mi boca. Que bien se sentía, me cortaba la respiración y el placer no hacía mas que aumentar, se la mame completa, la ingle, los huevo y poco a poco fui bajando hasta que mi lengua alcanzo a rozar su ojete. Un gritito entre los gemidos y su piel erizada me prendió más. Lo gire para verlo en todo sus esplendor, tome sus nalgas con mis manos y comencé a masajearlas, a abrirlas, se amoldaban perfectamente a mis manos y al separarlas dejaban ver su culo, Ricardo se arqueaba de goce. Besé y mordí sus nalgas para luego alzar su centro con mi lengua. Lo rodeé, fui de arriba abajo entre sus nalgas hasta la base de sus huevos, sólo lo escuchaba pedir más.
Quiero que me la metas, dijo. Y yo de solo escucharlo sentí endurecerme más si es que era posible. Me pare y jale su cara para besarlo, el tomo mi verga con una de sus manos para apuntarla a su culo, podía sentirlo en la punto, sus movimientos hacían que poco a poco se fuera abriendo y los gemidos de Ricardo no hacían más que aumentar. Métemela, dijo. La empuje contra el y sentí como entre en él, él dio un grito de dolor y yo sentía como su interior se apretaba contra mi, me sentía en el paraíso, quería alargar aquello eternamente. Comencé a moverme lentamente hasta que la tuviera toda adentro, cuando topamos nuestros gemidos se convirtieron en uno sólo. El movimiento fue aumentado paulatinamente al ritmo que el “¡más!” Que repetía Ricardo también aumentaba. Yo no hacia más que disfrutar la sensación de estar dentro de él, lo rico que la presión que ejercía en mi verga hacia eco en todo mi cuerpo.
¡Más! Pedia Ricardo mientras con su mano estrujaba su verga dura sus gemidos llenaban la habitación ¡Que rico! Le contestaba mientras me estrellaba contra sus nalgas, las abría y las nalgueaba y cada nalgada un gemido mas intenso y una cuenta regresiva a hacerme estallar. Comencé a meterla más y más rápido, no podía frenar aunque quisiera, me sentía a punto de explotar y con cada embestida mas cerca, gemía él y gemía yo. No podía más, me deje ir contra el y junto con un sonido gutural terminé dentro de él. Al instante lo escuche gemir más fuerte, también estaba terminando. Nos miramos y nos sonreímos, una sonrisa cómplice. Luego nos dejamos caer sobre la cama agotados.