BRED TO SERVE Some guys are born to be alphas, and others? ..

BRED TO SERVE

Some guys are born to be alphas, and others? Well, they’re born to serve. That’s just the way it is. P. is one of those classic alphas—he’s a straight policeman with a sweet girlfriend at home, the kind he treats like a damn princess. But under that clean-cut exterior, there’s a different kind of beast lurking. P.’s a kinky, dominant alpha who gets off on smashing another guy’s hole until there’s nothing left but submission.

Does it make him gay? Nah, not in his mind. Liking men isn’t the point for him—it’s about the power trip, the control, the raw dominance of using someone to fulfill those dark, primal urges. And let me tell you, he found the perfect prey in me.

From the moment he stepped through the door, I knew I was in for it. P. didn’t waste any time, shoving that thick cock down my throat, fucking my mouth with no mercy. I was gagging on it, tears streaming down my face, saliva dripping down my chest as he pounded my face like it was his personal toy.

But that wasn’t enough for him. He wanted more. He had me on my knees, worshipping his feet, licking every inch like I was born to do it. And when he saw that I’d accepted my place, that my hole was his to conquer, that’s when he really went to work on me.

P. fucked me in every position imaginable, making sure I knew exactly who was in charge. He didn’t stop until I was begging for mercy, until my voice was hoarse from pleading, and even then, he wasn’t done. He bred me, filling me up like it was the only thing that mattered.

That’s the thing about being bred to serve—you learn your place, and you learn to love it.

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NACIDO PARA SERVIR

Hay tíos que nacen para ser alfas, y otros, bueno... nacen para servir. Así es la vida. P. es uno de esos alfas de manual—un poli hetero de los pies a la cabeza con una novia en casa a la que trata como si fuera una puta princesa. Pero, detrás de esa fachada de buen chico, se esconde un monstruo diferente. P. es un alfa dominante y perverso que se pone cachondo destrozando el culo de otros tios hasta que no queda nada más que sumisión.

Eso lo hace gay? En su cabeza, no. Lo suyo no va de gustarle los tíos, va de sentir el poder, de controlar, de dominar a alguien para satisfacer esos impulsos oscuros y primales. Y os digo una cosa, encontró en mí la presa perfecta para sus deseos.

Desde el momento en que cruzó la puerta, supe que estaba para la tarea. P. no perdió el tiempo, metiéndome ese rabo grueso hasta el fondo, follándome la boca sin piedad. Estaba ahogándome, con lágrimas corriendo por mi cara, saliva chorreando por mi pecho mientras me destrozaba la cara como si fuera su juguete personal.

Pero no le bastó con eso. Quería más. Me tuvo de rodillas, adorando sus pies, lamiendo cada centímetro como si hubiera nacido para ello. Y cuando vio que había aceptado mi lugar, que mi culo era suyo para conquistar, ahí fue cuando realmente se puso a trabajar en mí.

P. me folló en todas las posiciones posibles, asegurándose de que supiera exactamente quién mandaba. No paró hasta que estaba suplicando por piedad, hasta que mi voz se quedó ronca de tanto rogar, y ni siquiera entonces se dio por satisfecho. Me llenó, me marcó como suyo, como si fuera lo único que importara.

Así es cuando naces para servir—aprendes tu lugar, y terminas amándolo.